Jugaré como abuela. Ella tiene un ojo agudo y un ingenio agudo, ¡y ningún prisionero la está pasando!
Diario de la abuela: el gran intento de escape
¡Oh, qué día ha sido! Ese molesto prisionero pensó que podrían ser más que me maltrataron, pero he estado alrededor de la cuadra varias veces, y sé una o dos cosas sobre mantener a la gente en la fila.
Todo comenzó esta mañana cuando estaba horneando mi famoso pastel de manzana. Escuché un susurro desde el sótano, y sabía de inmediato lo que pasaba. ¡Ese prisionero estaba tratando de hacer un descanso para ello! Rápidamente terminé mi pastel, lo puse en el alféizar de la ventana para que se enfriara y bajé las escaleras.
Allí estaba, jugando con la cerradura en la puerta del sótano. Me aclaré la garganta, y él se congeló como un ciervo en los faros. "Ahora, ahora, querida", le dije, "no querrías perderte mi pastel de manzana, ¿verdad?" Sus ojos se abrieron, y pude ver el hambre en ellos. Sabía que lo tenía.
Lo llevé de regreso a su habitación, y nos sentamos para una agradable charla sobre una rebanada de pastel. Le conté historias sobre los viejos tiempos, y él parecía relajarse. Pero mantuve los ojos afilados, observando cada uno de sus movimientos. Intentó escabullirse una vez más cuando la televisión me distrajo, pero lo atrapé justo a tiempo.
"No vas a ir a ninguna parte, joven", dije con firmeza, señalándole mi aguja de punto. "Tienes que aprender tu lección, y estoy aquí para asegurarme de que lo hagas".
Suspiró y se sentó de nuevo, derrotado. Sonreí para mí mismo, sabiendo que mi casa estaba segura, y el prisionero no iba a ninguna parte de mi reloj.
Casa de la abuela, reglas de la abuela. ¡Y nadie los rompe!